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MARKETING 23.01.2023 | CENTROAMéRICA | COLUMNA EXCLUSIVA

Planes, incertidumbres y policrisis, por Wanda Montero
Wanda Montero: “El contexto es retador, sobre todo para las empresas y los gobiernos que quieren de algún modo acompañar a las personas en este proceso y ganar su confianza”.

Planes, incertidumbres y policrisis, por Wanda Montero

La country president de Ipsos República Dominicana se refiere a los temas relacionados con la crisis que se globalizaron recientemente, y cómo eso ayuda a generar más empatía en la sociedad.

Comienza un nuevo año y con él, empiezan los planes, sueños, deseos y promesas que nos impulsan a arrancar en enero llenos de emoción, energía, entusiasmo y ganas de comernos el mundo. Pero…espera, ¿realmente es así en 2023?

Si seguimos como vamos, quizás debamos poner esos planes en espera. En los últimos tres años, pareciera que la globalización pasó de ser un término con usos muchas veces muy ligeros, a una realidad bastante palpable, pero con una compañera que a nadie le gusta: la crisis.

Solo para hacer el ejercicio de recordar, antes se globalizaban los productos de consumo, las campañas de publicidad, las políticas comerciales, la música, las artes. Se achicaban las fronteras globales para compartir conocimiento y buenas prácticas desde Australia hasta el Cono Sur. Sin embargo y tristemente, lo único que globalizamos últimamente es la incertidumbre.

Las crisis globales son la nueva moda. Desde la llegada del Covid-19 y sus múltiples secuelas, pasando por las drásticas catástrofes climáticas cada día peores, la guerra de Ucrania- Rusia y la ahora muy famosa y rechazada inflación; hacía mucho tiempo que todo el globo no compartía un mismo ritmo en los temas de relevancia o preocupación, estando estos presentes y en simultáneo en las conversaciones, las portadas, los contenidos y la vida diaria de todas las almas de este planeta. La gente de verdad siente que todos, absolutamente todos, estamos viviendo y sufriendo lo mismo. Suena trágico, pero desde mi óptica al menos toda esta situación, nos está ayudando a tener verdaderamente más empatía, más conocimiento y mejor comprensión de nuestros compañeros terrícolas, pero, sobre todo, a entender que realmente todos en algún momento podemos ser responsables o sentirnos asimismo vulnerables ante exactamente la misma situación.

El verdadero problema es que tenemos un nuevo tema cada año. Pareciera que el mundo está en una mala racha de crisis. Cada año tenemos una nueva preocupación que se solapa encima de la otra, pues las precedentes no desaparecen del todo. Esta situación ya ha sido bautizada como policrisis (combinación de crisis seguidas que, entre todas, se empeoran a sí mismas mucho más que si se vivieran por separado),tiene al planeta inmerso en un compás de espera, de angustia y expectación, como si estuviéramos actualmente esperando el golpe de gracia. ¿Cuándo todo esto va a parar?

Donde quiera que vayas, mires, viajes, leas, converses, se habla de lo mismo, de las consecuencias de todos estos fenómenos agrupados y por supuesto, de la protagonista del momento: la inflación; pero, aunque en parte esta última es una consecuencia de las crisis inmediatamente previas, no es para nada exagerado pensar que si al menos hubiéramos respirado un poco entre el Covid, los desastres climáticos y la guerra, el impacto y la duración que se estima de esta inflación global, seguramente fuera y se percibiera menor.

Sin embargo, a pesar de la realidad que nos golpea en la cara, la gente trata de buscar vías de escape que le permitan vivir experiencias memorables y olvidar, así sea por un rato, todos los retos que tenemos por delante en un año que no pareciera ser mejor que los tres anteriores. Un ejemplo claro de esto es cómo este fin de año pasado, a pesar de los costes, las tormentas y algunas pocas restricciones que aún persisten, el mundo, o casi todo el mundo, vivió unas Navidades llenas de actividades, conciertos, viajes, reuniones, salidas, fiestas y regalos. Y la razón es simple: por primera vez en poco más de dos años y salvando algunas excepciones, sentimos una verdadera libertad y vaya que la aprovechamos. La gente está deseosa de vivir experiencias memorables y presenciales, de viajar, de abrazar y de volver a ver a los suyos, probablemente y quizás inconscientemente, en busca de un refugio que les permita enfocarse en lo positivo y encontrar consuelo o refugio ante tanta incertidumbre.

Las crisis son un duro golpe a la confianza. Laceran la confianza en el futuro, en los gobiernos, en las empresas y en la propia sociedad. La incertidumbre se apodera de nuestras cabezas y dirige todo nuestro accionar. Hoy en día todo este entorno nos lleva a cuestionarnos constantemente sobre cómo sortearemos este año que apenas comienza, pero al mismo tiempo, nos obliga a buscar soluciones que nos ayuden a subsistir en nuestra vida diaria y a cumplir con nuestros compromisos.

El contexto es retador, sobre todo para las empresas y los gobiernos que quieren de algún modo acompañar a las personas en este proceso y ganar su confianza. Estamos en la era de la inmediatez, de la poca capacidad de atención, del marketing real time, de la verdadera digitalización de los medios y de la prevalencia e influencia de las redes sociales. Las condiciones del 2023 nos exigen ser excesivamente analíticos, predictivos, proactivos y capaces de reaccionar a la velocidad de la luz. No es tarea fácil, pero tampoco imposible. Anticipar es la clave y el momento, es ahora.

Yo, mientras tanto, anotaré en mi agenda mis planes, sueños, deseos y promesas, porque estoy segura de que, igual que de otras crisis, saldremos adelante.