Antifomo: la energía de la Doble P, según el “Pana” Arrechedera
El fundador de Rainbow Lobster habla sobre Peso Pluma, cantautor mexicano, y analiza el impacto de la música en los Estados Unidos.
En la tarde, salí a la calle a buscar algo para comer y me topé con una fila tan larga que no veía ni donde empezaba ni donde terminaba. “A esta plática creo que ya no entro” pensé. Me acerqué entonces a una parejita que parecía saber de qué iba todo esto. “Es para ver Peso Pluma”, me dijeron con una sonrisota de fan que le devolví, porque yo también quiero ver a la Doble P.
Por eso, claro que fui al concierto. De ese que conocí por shazamear escondido lo que escucha mi hijo Camilo cuando se ducha. Ese recital. Una locura que terminó con la frase “vamos seguir rompiendo cada p*to escenario, pase lo que pase”. Y claro que se lo creo. La energía de ese viejo en el escenario está… cabrón.
Peso Pluma, es un polémico cantautor jalisciense prohibido en varios escenarios mundiales por sus letras que cuentan entre muchas otras, historias de narcos. No solo es el máximo representante de los corridos tumbados, género que ha revolucionado la escena musical con más de mil millones de descargas al año, sino que también se ha convertido en el foco de todas las miradas en un festival que este año vio desfilar a más de 340 músicos. En el show estelar”.
Un dato interesante: Entre 2021 y 2023 en Estados Unidos decayó en un 12% la música en inglés en el Top 10K Global Tracks. Y esa misma cifra fue la que creció la música en español.
Este concierto traído por Rolling Stones no era entonces solo una actuación más; era el testimonio de un fenómeno cultural ocurriendo en vivo y a todo color, una muestra del auge de la música hispana en los Estados Unidos y, en particular, de cómo los corridos tumbados están trazando nuevos caminos en el panorama musical global.
Peso Pluma, con un dominio brutal del escenario y seis kilómetros de filas de 16 horas, confirmó lo que fui a ver al día siguiente en la plática de tendencias de entretenimiento: está conectando con el corazón de una audiencia diversa, que quieren historias auténticas, ritmos contagiosos y, sobre todo, una voz que representa la experiencia latina contemporánea.
Estamos en una época en la que la diversidad y la inclusión se celebran a través de la expresión artística. Además las nuevas generaciones descubren nueva música vía streaming, Tik Tok y soundtracks.
Toda esa música estaba además expresada en uno de los salones de SXSW en un evento en el marco del festival llamado Flatstock, en el que los ilustradores y artistas que hacen los posters de los cantantes, las bandas y sus conciertos. Esa expo en la que puedes ver a alguien imprimiendo en vivo con serigrafía o un ilustrador trabajando en vivo en su poster, se convierte en una expresión más de creatividad que celebra la música con color y narrativa visual.
Así terminó la segunda mitad de SXSW, como decía uno de los líderes del festival que conocí: “a la primera mitad llegan todos los techies nerds que se creen cool y en la segunda mitad llegan los que realmente son cools: los músicos.”
Y ahí sí, se terminó este SXSW.
Chingón.
Me voy creyéndome muy cool hasta que me doy cuenta de que nunca en mi vida toqué un instrumento y eso me hace confirmar que definitivamente debo ser del otro grupo.
Aun así quiero creer que fui parte de algo más grande que un festival: porque sí es cierto que si pongo todas las cosas nuevas que vi, en su conjunto creo que esto es parte de un mismo movimiento iconoclasta. Porque aquí se está redefiniendo el panorama artístico global, los docus, la IA, los inventos, las películas y de broche de oro la música, que como siempre va a marcar como se oye cada nueva época.
Me voy al aeropuerto y ya montado el avión, me saco el badge para 2025 en preventa, como queriendo pensar que esto va a seguir y que tarde o temprano vamos a romper el fakin Fomo.