
El 76% de las mujeres declara ser la principal responsable del hogar
El confinamiento a raíz de la pandemia de Covid-19 reestructuró la vida de los argentinos: más tiempo en casa y uso intensivo del hogar. ¿Cómo impacta este contexto en la realización y distribución de las tareas del hogar? ¿Hombres y mujeres modificaron sus roles tradicionales? Estas son algunas de las preguntas que trata de dar respuesta el estudio que realizó Kantar sobre los roles de género durante la cuarentena en la Argentina.
El estudio se realizó a través de entrevistas a 1000 personas mayores de 18 años en todo el país entre el 24 abril y el 4 de mayo. Las encuestas fueron online, con distribución representativa de edad, nivel socioeconómico, género y región.
Es relevante mencionar que un tercio de los entrevistados (33%) transita este nuevo escenario doméstico en convivencia con el teletrabajo (tendencia que se da principalmente entre los niveles económicos altos y medios residentes en la ciudad de Buenos Aires), lo que propicia una agenda cotidiana aún más agobiante.
En este contexto de intensificación de uso del hogar, son los hombres quienes incrementaron en mayor medida su participación en las tareas domésticas, aunque cabe señalar que las mujeres siguen liderando estos roles: mientras 8 de cada 10 hombres declaran participar de la limpieza, el cuidado de los chicos o la cocina, prácticamente el 100% de las mujeres asegura que las realiza. “Los hombres menores de 35 años son los más dispuestos a realizar los trabajos del hogar, mientras que a mayor edad la tendencia llega con menor fuerza, decreciendo aún más si miramos los números en el interior del país”, observó Estefanía Lestanquet, ejecutiva de cuentas de la División Insights de Kantar.
Sin embargo, el hecho de que más hombres realicen las tareas cotidianas no necesariamente implica que les dediquen el mismo tiempo que las mujeres. Por ejemplo, ante la pregunta de quién es la principal persona a cargo de la organización del hogar, el 76% de las mujeres afirmó ser ellas las responsables, mientras que sólo el 38% de los hombres se describió de esa manera (el 62% restante mencionó a su pareja o a su madre bajo este rol). Esto se agudiza si miramos la organización del cuidado de los hijos, ya que un 93% de las mujeres declaró ser la persona principal versus un 23% de los hombres.
En contrapartida, las mujeres relegan actividades como el pago de los servicios y la realización de compras, dos ocupaciones en las que la ejecución es llevada a cabo en mayor medida por los hombres. No obstante, a pesar de existir una noción general que reconoce a la población femenina como figura principal de las actividades del hogar y el cuidado de los hijos, cinco de cada diez hombres y cuatro de diez mujeres todavía consideran que las tareas se distribuyen de una manera completamente equitativa.
Probablemente, esto se deba a que existe una tradición fuertemente instalada sobre cómo debe ser la distribución de las tareas entre los distintos géneros. Si bien el 63% de los argentinos y argentinas creen que no cambiará la distribución de tareas del hogar y cuidado luego del confinamiento obligatorio, entre los jóvenes aparecen mejores perspectivas, incluso dentro de la población masculina.
Lo que se puede observar es que actualmente estamos ante un hombre que, si bien participa más, pareciera ser un hombre que “ayuda” a la mujer en las tareas domésticas y de cuidado. Como contrapartida, estamos frente a una mujer que mantiene un rol protagónico en el hogar y que se ha visto sobrecargada por la situación actual.
Esta es una oportunidad para que las marcas comuniquen de un modo cercano, de modo que la audiencia se sienta identificada. El imperativo de súper mujer, que muchas pautas intentaron mostrar meses atrás, se pone en jaque en un contexto sobrecargado. El hogar ya no debe ser ese mundo ideal donde todo está limpio y nadie está cansado.
Es hora de que las marcas se muestren más cercanas y empáticas con el consumidor, sin dejar de ser consistentes y auténticas con la historia vienen contando. Es fundamental adaptarse para lograr vínculos más duraderos y mostrarse presentes en un contexto por demás complejo.