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12 ago 2020 | BITÁCORA DE ACTUALIZACIÓN

Las lecciones de liderazgo que me dio un amigo, por Antonio Lucio

En esta nueva entrega de su columna semanal, el CMO global de Facebook quizo compartir algunas de sus aprendizajes más importantes sobre liderazgo, que tuvo la oportunidad de aprender de uno de sus mentores: Phillip Gould. (*)

Por Antonio Lucio
Chief marketing officer global de Facebook


“De vez en cuando la vida nos besa en la boca”: así escribió el poeta y compositor español Joan Manuel Serrat para describir esos mágicos momentos, o personas, que inesperadamente transforman nuestras vidas. Philip Gould ha sido uno de esos seres iluminados, que a través de palabras, acciones e interacciones ha mejorado la vida de todos los que fuimos bendecidos por su amistad.

Conocí a Philip hace seis años. Era un representante británico en una comisión asesora que presidí. Su tarjeta de presentación decía: Lord Philip Gould. Fue mi primer lord, el barón Gould de Brookwood, por lo que sentí que merecía una broma. “Peleamos una guerra por títulos como estos y ganamos. Entonces, si no le importa, lo llamaré Felipe”, dije. Ese fue el comienzo de una relación que me ayudó a definir la palabra liderazgo.

Philip, que estudió Historia en la London School of Economics y desarrolló su experiencia en comunicación en el mundo de la publicidad, se convirtió en estratega político y consultor en 1985. Con el tiempo se convirtió en uno de los arquitectos del New Labour y uno de los asesores más cercanos de Tony Blair en estrategias y encuestas. En su rol, ayudó a coescribir el manifiesto del New Labour, que confirmó el movimiento del partido de izquierda al centro, y prometió salarios mínimos, derechos humanos y devolución regional del poder a Escocia, Gales e Irlanda del Norte. Su hija de cinco años, Georgia, apareció en la portada del documento.

Con frecuencia paso horas hablando con Philip sobre liderazgo (**). Es un idealista firmemente anclado en la realidad. Philip cree que los líderes que tienen una visión clara y esperanzadora para el futuro pueden comunicar esa visión de una manera que la gente entiende y se sienta inspirada, al mismo tiempo que tienen el conocimiento político y la fortaleza para llevarla a cabo hasta su finalización.

Felipe es un creyente en el poder del espíritu humano. Philip, un verdadero liberal progresista, está convencido de que las personas superarán sus limitaciones autoimpuestas a través de oportunidades, estímulo y apoyo. Es implacable en la búsqueda de una visión digna y cree que la resiliencia es una cualidad esencial en un líder: “¡Si al principio no tienes éxito, debes intentarlo y volver a intentarlo!”.

En la raíz de su filosofía hay un pensamiento básico: los líderes se definen por su brújula moral. Vivimos en un mundo de mucha complejidad, donde los líderes en cada rincón de la vida se ven afectados por el desbordamiento de información, la globalización y los desafíos macroeconómicos. Para equilibrar las prioridades en conflicto de un mundo en constante cambio y múltiples partes interesadas, un líder debe estar anclado en un propósito.

El propósito es la fuerza motriz de nuestra vida, el trabajo que definirá nuestro legado. Es lo que queremos que nos recuerden, no necesariamente el mundo, sino las personas que nos aman. El propósito es el impacto que tenemos en las cosas y las personas que tocamos. Según Philip, el propósito o brújula moral se define por la respuesta a varias preguntas, tales como: ¿estamos aquí para hacer qué? ¿Cuál es nuestra motivación? ¿Cómo pretendemos llevarla a cabo en el proceso? ¿Seremos capaces de llevarla hasta el final?

Philip cree en la dialéctica de la historia. A cada acción, hay una reacción que conduce a la síntesis. Sus puntos de vista sobre la dialéctica no son conceptuales ni cerebrales, sino personales. Como líderes, nos definen las circunstancias o acciones que afectan nuestras vidas, pero lo que es más importante, las reacciones que tenemos ante esas circunstancias. El hombre es un escritor, no simplemente un actor, en su propia vida.

Lamentablemente, y más recientemente, Philip ha tenido la oportunidad de mostrar estos principios en su propia vida. Mi amigo lleva dos años luchando contra el cáncer. A lo largo de la terrible experiencia, Philip ha estado decidido a responder con resiliencia. No usa su tiempo para quejarse. Más bien, en cada llamada telefónica, se toma el tiempo para explicar lo que significa su experiencia actual y las lecciones que está aprendiendo.

En su lucha, se está tomando el tiempo para desarrollar el “modelo dialéctico” y su aplicación al liderazgo moderno. Su enfermedad le ha proporcionado un viaje de autodescubrimiento y exploración con la dialéctica. Ahora cree que la raíz de todos los problemas de liderazgo reside en nuestra capacidad para integrar el lado material de nuestra vida con el espiritual.

Estas son sus palabras: “Siempre he visto el mundo de la vida política a través de la lente de la dialéctica de Hegel, viendo la política no en términos del momento inmediato, sino como un flujo continuo de eventos, no lineal, sino interactivo, cada evento una consecuencia de algo que ha sucedido antes y, a su vez, causa de algo que sucederá después, parte de una secuencia de acción y reacción que no termina ni puede terminar. Es viviendo una vida con propósito y encontrando un propósito en la vida que vivimos que podemos salvar la división entre lo material y lo espiritual. Así es cómo completamos nuestras vidas. Así es como nos convertimos en lo que realmente somos”. Nada más necesita ser dicho.


(*) Columna traducida de la nota digital, en inglés, Lessons in leadership from a friend, publicada el 08/30/2011 en The Huffington Post.

(**) La nota fue escrita cuando Gould aún vivía: falleció el 6 de noviembre de ese año.